
La estatua
Vivía hace tiempo en la montaña un hombre que tenía una estatua, obra de un viejo escultor.
La había dejado boca abajo en un rincón de su cabaña, y no se preocupaba de ella para nada. Pero un día acertó a pasar por allí un hombre que venía de la ciudad. Como era un hombre culto, al ver la estatua, preguntó al dueño si estaba dispuesto a venderla.
El dueño lo tomó a risa y dijo:
- Pero ¿quién va a comprar esa piedra sucia y descolorida?
El hombre de la ciudad dijo:
- Te doy por ella esta moneda de plata.
Y el otro quedó satisfecho y feliz.
La estatua fue llevada a la ciudad a lomos de un elefante. Después de muchas lunas, el hombre de la montaña bajó a la ciudad. Mientras caminaba por la calle vio que la gente se apelotonaba delante de un edificio, donde un hombre pregonaba a voz en grito:
- ¡Pasen a ver la estatua más bella y maravillosa del mundo! Sólo dos monedas de plata por admirar la obra de arte de un gran maestro escultor.
Y el hombre de la montaña pagó dos monedas de plata y entró al museo para ver la estatua que él mismo había vendido por una sola moneda.
JaimitoLa había dejado boca abajo en un rincón de su cabaña, y no se preocupaba de ella para nada. Pero un día acertó a pasar por allí un hombre que venía de la ciudad. Como era un hombre culto, al ver la estatua, preguntó al dueño si estaba dispuesto a venderla.
El dueño lo tomó a risa y dijo:
- Pero ¿quién va a comprar esa piedra sucia y descolorida?
El hombre de la ciudad dijo:
- Te doy por ella esta moneda de plata.
Y el otro quedó satisfecho y feliz.
La estatua fue llevada a la ciudad a lomos de un elefante. Después de muchas lunas, el hombre de la montaña bajó a la ciudad. Mientras caminaba por la calle vio que la gente se apelotonaba delante de un edificio, donde un hombre pregonaba a voz en grito:
- ¡Pasen a ver la estatua más bella y maravillosa del mundo! Sólo dos monedas de plata por admirar la obra de arte de un gran maestro escultor.
Y el hombre de la montaña pagó dos monedas de plata y entró al museo para ver la estatua que él mismo había vendido por una sola moneda.
Extrañada de que su hijo regresara tan temprano de la escuela, la mamá de Jaimito le pregunta:
¿Por qué llegaste tan temprano de la escuela, hijo?
Es que fui el único que pude contestar una pregunta.
¡Muy bien, Jaimito! ¡Eres un niño tan estudioso! ¿Y cuál fue la pregunta?
¿Quién le tiró el borrador al Director?
Es que la verdad no se puede exagerar. En la verdad no puede haber matices. En la semi-verdad o en la mentira, muchos.
Pío Baroja (1872-1956) Escritor español.
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