miércoles, 17 de diciembre de 2008

Vigésimo octavo mensaje


La tempestad
Un rico majarajá de la India se hizo a la mar y, al poco rato, se desató una gran tormenta. Uno de los esclavos de a bordo comenzó a llorar y a gemir de miedo, porque era la primera vez que subía a un barco. Su llanto era tan insistente y prolongado que toda la tripulación comenzó a irritarse, y a punto estuvo el majarajá de arrojarlo personalmente por la borda.
Pero su primer consejero, que era sabio, le dijo: "No. Dejadme a mí ocuparme de él. Creo que puedo curarlo".
Y ordenó a unos cuantos marineros que arrojaran a aquel hombre al mar atado con una cuerda. En el momento en que se vio en el agua, el pobre esclavo, totalmente aterrorizado, se puso a chillar y a debatirse frenéticamente. Las olas jugaban con él, se pasaban por encima, le levantaban a lo alto del mar encrespado... Al cabo de unos segundos, el sabio ordenó que lo izaran a bordo. Una vez en cubierta, el esclavo se tendió en un rincón en absoluto silencio.
Cuando el majarajá quiso saber a qué se debía semejante cambio de actitud, el consejero le dijo:
"Los seres humanos nunca nos damos cuenta de lo afortunados que somos hasta que nuestra situación empeora".
Jaimito
Jaimito le dice a su mamá:
Mamá, en el colegio me dicen detective.
Y su mamá le dice:
¿Por qué?
Y Jaimito le dice:
¡El que hace las preguntas, soy yo!
La soledad es muy hermosa... cuando se tiene alguien a quien decírselo.
Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870) Poeta español.


lunes, 15 de diciembre de 2008

Vigésimo séptimo mensaje


Un secreto de amor
Mientras hojeaba sus "dossiers" matrimoniales, el diablo observó con enojo que todavía quedaba una pareja sobre la tierra, que vivía de amor y en concordia. Decide hacer una inspección. Se trataba en realidad de una pareja común: sin embargo emanaba tanto amor que alrededor de ella parecía que fuese una eterna primavera.
El diablo quiso conocer el secreto de aquel amor.
- No hay ningún secreto -le explicaron los dos-. Vivimos nuestro amor como una competencia: cuando uno de los dos se equivoca, el otro asume la culpa; cuando uno de los dos obra bien, el otro recibe las alabanzas; cuando uno de los dos sufre, el otro recibe el consuelo; cuando uno de los dos se alegra, el otro se complace. En fin, competimos siempre a ver quien llega antes.
Al diablo le pareció todo esto tonto. Y se marchó sin hacerles daño. Y por eso pueden todavía existir parejas felices en la tierra.

Jaimito
Este es Jaimito y le dice a su madre:
¡Mamá!,¡mamá! ya se escribir y le dice la madre:
¿Y qué has escrito?
Y dice jaimito:
No lo sé, no sé leer

¿Por qué esta magnífica tecnología científica, que ahorra trabajo y nos hace la vida mas fácil, nos aporta tan poca felicidad? La repuesta es está, simplemente: porque aún no hemos aprendido a usarla con tino.
Albert Einstein (1879-1955) Científico alemán nacionalizado estadounidense.

jueves, 11 de diciembre de 2008

Vigésimo sexto mensaje


La perla
Dijo una ostra a su vecina:
- Siento un gran dolor en mis entrañas. Es como un peso dentro de mí que me está dejando completamente exhausta.
Contestó la otra con presunción y regodeo:
- Gracias al cielo y al mar, yo no siento dolores. Estoy bien y me siento sana por dentro y por fuera.
Pasaba en aquel momento por allí un cangrejo y oyó la conversación de las dos ostras. Y dijo a la que se sentía bien y sana por dentro y por fuera:
- Sí. Tú estás bien y te sientes sana por dentro y por fuera. Pero el dolor que tu amiga lleva dentro de sí es una perla de belleza extraordinaria.

Jaimito
La profesora le pregunta a Jaimito:
Jaimito, dígame rápidamente cuánto es 5+8.
Jaimito le contesta 23,
la profesora le dice indignada:¡Cómo es posible que no sepas! ¡Son 13! ¡Que niño más ignorante!
Y Jaimito le responde:¡Usted me pidió rapidez, no precisión!

El hombre que escucha la razón está perdido. La razón esclaviza a todos los que no son bastante fuertes para dominarla.
George Bernard Shaw (1856-1950) Escritor irlandés.

jueves, 4 de diciembre de 2008

Vigésimo quinto mensaje


Saltamontes en la sopa
Era un grupo de monjes que vivían en cuevas en el desierto. Un día, un joven monje fue a consultar a un monje anciano y sabio.
- Padre, -le dijo- tú sabes que hace poco más de un año que vivo aquí en el desierto. Durante este tiempo ya son seis o siete veces que ha venido una plaga de saltamontes. Llegan en bandadas, como plagas, tapando incluso la luz del sol. Tú sabes bien la molestia que suponen. Se meten por todas partes, incluso en la comida. ¿Tú qué haces en este caso?
El anciano, que llevaba ya cuarenta años viviendo en el desierto, le contestó tranquilamente:
- Al principio, cuando me caía un saltamontes en la sopa, tiraba todo el plato. Luego, quitaba los saltamontes y comía la sopa. Después, lo comía todo... Y actualmente, si algún saltamontes trata de escapar de la sopa, lo vuelvo a meter al plato.

Jaimito
Papa en la escuela meti 3 goles
- Que bien Jaimito
¿Y cuanto quedaron?

Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre, ydentro del perro probablemente está demasiado oscuro para leer.
Groucho Marx (1890-1977) Actor estadounidense.

miércoles, 3 de diciembre de 2008

Vigésimo cuarto mensaje


La estatua
Vivía hace tiempo en la montaña un hombre que tenía una estatua, obra de un viejo escultor.
La había dejado boca abajo en un rincón de su cabaña, y no se preocupaba de ella para nada. Pero un día acertó a pasar por allí un hombre que venía de la ciudad. Como era un hombre culto, al ver la estatua, preguntó al dueño si estaba dispuesto a venderla.
El dueño lo tomó a risa y dijo:
- Pero ¿quién va a comprar esa piedra sucia y descolorida?
El hombre de la ciudad dijo:
- Te doy por ella esta moneda de plata.
Y el otro quedó satisfecho y feliz.
La estatua fue llevada a la ciudad a lomos de un elefante. Después de muchas lunas, el hombre de la montaña bajó a la ciudad. Mientras caminaba por la calle vio que la gente se apelotonaba delante de un edificio, donde un hombre pregonaba a voz en grito:
- ¡Pasen a ver la estatua más bella y maravillosa del mundo! Sólo dos monedas de plata por admirar la obra de arte de un gran maestro escultor.
Y el hombre de la montaña pagó dos monedas de plata y entró al museo para ver la estatua que él mismo había vendido por una sola moneda.

Jaimito
Extrañada de que su hijo regresara tan temprano de la escuela, la mamá de Jaimito le pregunta:
¿Por qué llegaste tan temprano de la escuela, hijo?
Es que fui el único que pude contestar una pregunta.
¡Muy bien, Jaimito! ¡Eres un niño tan estudioso! ¿Y cuál fue la pregunta?
¿Quién le tiró el borrador al Director?

Es que la verdad no se puede exagerar. En la verdad no puede haber matices. En la semi-verdad o en la mentira, muchos.
Pío Baroja (1872-1956) Escritor español.

martes, 2 de diciembre de 2008

Vigésimo tercer mensaje


La cita
Una antigua leyenda iraquí cuenta la triste historia del paje del sultán de Bagdad. Un día el joven paje cayó angustiado a los pies de su señor, que le quería mucho, pidiéndole que le prestara su mejor caballo, aquel que parecía volar, por lo rápida y veloz de su carrera.
- ¿Para qué?-, le preguntó el sultán.
- He visto la Muerte en el jardín y ha hecho un gesto, dirigiéndose a mí. Con tu caballo me escaparé a Basora y me esconderé en el mercado. La Muerte no me encontrará.
El sultán dio su corcel al joven, que partió a todo galope.
El sultán bajó al jardín y vio la Muerte en actitud de espera.
- ¿Por qué has amenazado a mi paje?-, le increpó el sultán a la muerte.
- Yo de hecho no lo he amenazado-, respondió la Muerte-. Sólo he levantado el brazo sorprendida.
Me preguntaba: ¿Cómo es posible que esté aquí todavía, si yo tengo una cita con él dentro de cinco horas en el mercado de Basora...?

Jaimito
En el cole:
- Señorita, señorita,
- Qué quieres Jaimito...
- que no tengo goma...
- Pues la pintas!
- Y si me sale mal con que borro?
Caminante no hay camino, se hace camino al andar.
Antonio Machado (1875-1939) Poeta y prosista español.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Vigésimo segundo mensaje


La serenidad puesta a prueba
El pueblo se vio sacudido por un terremoto. En esta pequeña población había un Maestro que instruía a varios discípulos. Durante el terremoto el Maestro aparentó serenidad. Quedó muy pagado de sí mismo al comprobar la impresión que produjo en sus discípulos la falta de miedo que él había demostrado.
Cuando los discípulos, unos días más tarde, le preguntaron qué significaba vencer el miedo, él les hizo recordar su propio ejemplo:
"¿No visteis cómo, cuando todos corrían aterrorizados de un lado para otro, yo seguí tranquilamente sentado bebiendo agua? ¿Y acaso alguno de vosotros vio que mi mano temblara mientras sostenía el vaso?"
"No", dijo un discípulo. "Pero no era agua lo que bebíais, señor, sino salsa de soja..."

Jaimito
Un día de clase normal le pregunta la profesora a Jaimito:
- Jaimito me vas a decir cuantas neuronas tiene una persona.
Jaimito responde:
- Cincuenta.
-No Jaimito una cifra más alta.
- Cien.
-No Jaimito, dime una más alta todavía.
-Doscientas.
-!Jaimito dime una barbaridad¡
- ! Estupida ¡

Todo lo que somos es el resultado de lo que hemos pensado; está fundado en nuestros pensamientos y está hecho de nuestros pensamientos.
Buda (563 AC-486 AC) Fundador del budismo.